Teatro Calderón


Valladolid siempre ha tenido una gran tradición dramatúrgica y una enorme afición al teatro, como demuestra la gran cantidad y calidad de los teatros de nuestra ciudad, entre los que destaca el Teatro Calderón de la Barca.

Durante el Siglo XIX, Valladolid fue una ciudad en permanente cambio. La nueva y ascendente burguesía industrial vallisoletana, pretendía adoptar las costumbres de la alta burguesía de las grandes capitales europeas como signo de distinción, y empezó a considerar la cultura una pieza fundamental para “europeizar” nuestra ciudad, lo que hace nacer una importante vida intelectual en Valladolid.

Fruto de esta nueva perspectiva, surge la necesidad de construir un gran teatro a semejanza de los que se estaban construyendo en Europa y que fuera capaz de satisfacer estas nuevas inquietudes.

El espacio idóneo para la construcción de este gran teatro era el propio centro de la ciudad y aprovechar para embellecer Valladolid, eligiéndose para levantarlo el terreno ocupado por uno de esos grandes edificios desaparecidos, El Palacio del Almirante de Castilla, propiedad del Duque de Osuna, y del cual prácticamente desconocemos todo, salvo que se trató de un gran edificio levantado durante la baja Edad Media y que fue derruido a mediados del Siglo XIX.

Teatro Calderón a principios del Siglo XX

En 1863, la sociedad Pérez Calderón y Compañía se hizo con los terrenos de este antiguo palacio con la idea de levantar un majestuoso teatro, a lo que se opuso fuertemente la iglesia católica, contraria a todo lo que tuviera que ver con una actividad “tan pecaminosa” como el teatro, y más aún, a levantar este templo del pecado tan cerca de la sede del Arzobispado, viéndose obligado a intervenir al Gobernador Civil, quien autorizó las obras a pesar de tan feroz oposición.

El proyecto de construcción del teatro se encarga a Jerónimo de la Gándara, que no os sonará de nada, pero era un famoso profesional que ya había sido el padre del Teatro de la Zarzuela de Madrid.

El diseño presentado por el arquitecto cumplía con lo que se buscaba en el Valladolid del momento.

Teatro Calderón en la primera década del Siglo XX

Por un lado, seguía lo que era moda en el resto de Europa, la fachada neoclásica era como la de los teatros que se construían en Alemania y Francia, y la sala principal en forma de herradura, con gallinero y patio de butacas, era lo más moderno en Italia, y por otro lado, se cumplía con la búsqueda del lujo y la ostentación, lo que se consiguió con la colocación de grandes ventanales, lámparas modernistas, y la finísima decoración de los techos, ejecutados por maestros italianos como Augusto Ferri.

Además, el Teatro Calderón contaba con auténticas novedades técnicas, como la colocación debajo del patio de butacas de un mecanismo que permitía elevar la sala principal hasta colocarla al mismo nivel que el escenario, único en el mundo y diseñado por el ingeniero italiano E. Piccoli, que por desgracia no pudo ser salvado con la rehabilitación del teatro.

Más tarde, se añadieron otras innovaciones, como el hecho de que contara con calefacción de agua y alumbrado eléctrico desde 1908, o la posibilidad de graduar la intensidad lumínica en su interior.

Junto a la lujosa sala principal donde se representaban los espectáculos, también se crearon otras salas para el esparcimiento, como la que se dedicaba al café, la biblioteca y los salones del Círculo del Calderón.

Exteriores del Teatro Calderón en 1910


Todos estos detalles llevaron a que el Teatro Calderón fuera uno de los más prestigiosos de toda España.

Una vez finalizadas las obras, llega el momento de la inauguración, que tiene lugar el 28 de septiembre de 1864 con la representación de “El alcalde de Zalamea” de Calderón de la Barca. Hubiera sido raro estrenar el Teatro Calderón con una obra de otro autor, ¿no creéis?

Inmediatamente se convirtió en el foco cultural de la sociedad vallisoletana de la época, que entendía que era una señal de distinción acudir al Teatro Calderón, por el que pasaron durante años los grandes tenores del momento, y los mejores actores, actrices y orquestas de la época, además de tener lugar en él actos que estaban en las antípodas del fin para el que fue creado, como es el caso de la fusión de los partidos Falange Española y las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (las JONS) el 4 de marzo de 1934, fecha utilizada para dar nombre al barrio vallisoletano.

También se buscó adaptar el Teatro Calderón a los nuevos tiempos, situándolo como sede de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) en 1956

Sin embargo, el Teatro Calderón entró en declive. Años y años de falta de mantenimiento, llevaron a este edificio al borde del derribo, hasta tal punto que, si no fuera porque lo compró en 1968 la Caja de Ahorros Provincial, este teatro hubiera sido demolido para la construcción de viviendas. Por una vez, se evitó que estuviéramos ante otro de los crímenes urbanísticos de Valladolid.

Esta adquisición lo salvó de una muerte segura, pero el teatro se encontraba en una situación desesperada, seguía sin acometerse la imprescindible rehabilitación del teatro y seguía careciendo del necesario mantenimiento, empeorando su estado año tras año.

Hasta que por fin llegó la salvación, el Ayuntamiento se convirtió en el propietario y cogió el toro por los cuernos.

El primer paso para la recuperación de esta joya escénica se dio en 1982, cuando se aprobó el plan de renovación, que se puso en práctica con el inicio de las obras en 1995.

Vista del interior del Teatro Calderón desde la zona de palcos y anfiteatro

La profunda reforma logró mantener con vida el teatro, pero tan solo consiguió salvar la sala de representaciones, la fachada y algunos otros elementos, sin que se pudiera hacer nada por algunos mecanismo y decoraciones originales. Sin embargo, se añadieron acertadamente algunos elementos que devolvieron el esplendor a este teatro, como la gigantesca lámpara central procedente de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, y se introdujeron algunas novedades, como la reforma del escenario, la mejora de la distribución del edificio, o la mayor comodidad de la sala principal, estableciéndose un aforo de 1.141 espectadores.

Una vez que la rehabilitación concluyó, el Teatro Calderón resucitó.

Vista del interior del Teatro Calderón en la actualidad


Su segunda inauguración tuvo lugar el 9 de abril de 1999, con un espectáculo a cargo de la Compañía Nacional de Danza, en aquel entonces dirigida por Nacho Duato, y que contó con la asistencia de la reina Sofía.

Desde entonces, el Teatro Calderón de Valladolid ha vuelto a convertirse en uno de los principales centros culturales de nuestro país, por sus tablas han pasado las principales compañías de teatro y danza, tanto nacionales como internaciones, ha sido sede de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, se ha celebrado en su interior el II Congreso Internacional de la Lengua Española, y sobre todo, y por lo que es más conocido, es el lugar donde se celebra la inauguración de la SEMINCI y donde se entregan las espigas de oro a los premiados.

Además, su interior no se limita tan solo al teatro, sino que también alberga la sala de exposiciones Miguel Delibes y su Salón de los Espejos.


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