Las primeras elecciones municipales en Valladolid
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Tomás Rodríguez Bolaños en el acto de toma de posesión como alcalde de Valladolid |
La época franquista fue un régimen caracterizado por la falta de libertades y por la carencia de mecanismos democráticos que ocupó gran parte de la historia de nuestro país en el pasado siglo XX, fueron tantos años que cuando llegaron las primeras elecciones democráticas, tan solo los más viejos del lugar recordaban cómo se hacía eso de meter con total libertad papeles en una urna, ya que las últimas elecciones democráticas celebradas en nuestro país, tuvieron lugar en los tiempos de la II República.
Tras la aprobación de la Constitución de 1978, se celebraron las primeras elecciones generales democráticas con victoria de la UCD, el partido más moderado de los que se presentaba, y poco tiempo después, las primeras elecciones municipales de nuestra joven democracia.
Sin embargo, si bien fueron las primeras elecciones municipales libres, no es del todo correcto decir que no hubiera elecciones municipales, de hecho, las había, aunque tenían un funcionamiento que hoy nos resultaría bastante difícil de entender.
Durante el franquismo, las corporaciones municipales se elegían por tercios: el tercio familiar, en el que solo votaban los cabezas de familia, el tercio sindical, elegidos entre los sindicatos verticales, y el tercio de entidades, en los que se elegían personas relacionadas con otro tipo de organizaciones.
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Propaganda electoral de UCD para las elecciones municipales de 1979 en Valladolid |
Como veis, tanto los candidatos como los electores eran muy poco representativos, y los fraudes en las elecciones, que ya partían de la designación de candidatos en forma de “dedazo”, eran muy comunes. Además, el alcalde no tenía por qué ser un concejal, podía ser cualquier persona, y en el caso de Valladolid, al ser capital de provincia, el alcalde era nombrado directamente por el Ministro del Interior.
Vamos, que las posibilidades de sorpresas eran las mismas que el pucela jugando con siete en el Bernabéu.
Este sistema se flexibilizó un poco en el tardofranquismo, pero tuvo que ser la Constitución del 78 la que por fin quebrara este perverso sistema organizativo municipal, sustituyéndolo por el sistema democrático que tenemos hoy en día, y que posibilitó que el 3 de abril de 1979 se celebraran las primeras elecciones municipales democráticas desde la II República.
El contexto histórico en el que se desarrollaron estas elecciones fue realmente complicado.
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Propaganda electoral de Coalición Democrática para las elecciones municipales de 1979 en Valladolid |
En el ámbito político, Franco había fallecido tan solo cuatro años antes, la constitución no había llegado ni siquiera al año de vida, y nuestra joven democracia se veía permanentemente amenazada por multitud de asesinatos y agresiones de carácter político, así como atentados terroristas de múltiples ideologías, que hacían que nuestras libertades se movieran en una constante lucha entre los partidarios del inmovilismo y aquellos que se esforzaban por un futuro en libertad para nuestro país.
Por otro lado, lo económico y social tampoco ayudaba. Las políticas del “desarrollismo” franquista lograron un considerable crecimiento industrial que atrajo a las ciudades a una multitud de personas procedentes de nuestros pueblos, provocando grandes desigualdades sociales y un aumento poblacional para el que las ciudades no estaban preparadas, por lo que los municipios no tenían capacidad para ofrecer los servicios públicos necesarios a todos estos nuevos ciudadanos.
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Tomás Rodríguez Bolaños votando en las elecciones municipales de 1979 en Valladolid |
El caso de Valladolid no era ni mucho menos una excepción. La ciudad acogía oficialmente a 315.486 almas y no era nada extraño encontrarnos en el Valladolid de los 70 calles sin asfaltar, barrios enteros sin alumbrado o saneamiento adecuado, y de los mecanismos de ayuda social nadie había escuchado hablar, a lo que se sumaba que la tensión política era palpable en las calles de nuestra ciudad.
En estas condiciones se iban a celebrar las elecciones municipales en Valladolid, que se preveían muy reñidas y con un resultado verdaderamente incierto, ya que el precedente inmediato fue el de las últimas elecciones generales en las que la UCD venció por un margen muy estrecho al PSOE.
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Imagen de una mesa electoral en las elecciones municipales de 1979 en Valladolid |
Para competir por la alcaldía de nuestra ciudad en estas primeras elecciones municipales, se presentaron trece candidaturas.
La más importante, y la favorita para la victoria, era la de la UCD, que presentaba como candidato a la alcaldía a José María del Río-Hortega, “técnico de empresas” e hijo de un republicano represaliado en los primeros años de posguerra.
Su principal rival iba a ser Tomás Rodríguez Bolaños, candidato del PSOE, trabajador de FASA y con una actuación muy destacada durante las huelgas en la factoría vallisoletana, lo que le hacía ser una persona muy apreciada por la oposición antifranquista.
El tercero en discordia iba a ser Pascual Felipe Fernández, representante del Partido Comunista.
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Portada de El Norte de Castilla anunciado los resultados electorales de las municipales de 1979 en Valladolid |
Otras candidaturas de importancia fueron la de Coalición Democrática, con el abogado y funcionario de la Seguridad Social Fernando Velasco de Andrés a la cabeza, que unía a varios partidos de derecha moderada, la Candidatura Independiente, encabezada por el último alcalde franquista de la ciudad, Manuel Vidal, que era apoyada por los sectores más próximos al franquismo, y el Partido de los Trabajadores de España, partido de corte marxista-leninista liderado por el médico Manuel Martín Parra.
La gran igualdad entre PSOE y UCD, y la importancia de nuestra ciudad, llevó a una campaña muy activa: carteles pegados en todas las paredes, calles inundadas de propaganda electoral, y celebración de multitud de actos políticos y mítines con la presencia de los máximos líderes a nivel nacional, como fue el caso de Santiago Carrillo.
Por fin llegó el día de las votaciones y los vallisoletanos acudieron a las urnas el 3 de abril de 1979, martes para más señas, un día para celebrar las elecciones que hoy en día sería impensable. O teniendo en cuenta la celebración de las últimas elecciones generales en pleno puente de Santiago, quizás no…
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Tomás Rodríguez Bolaños en el balcón del Ayuntamiento de Valladolid tras tomar posesión de su cargo como alcalde |
Tras cerrarse las urnas, comenzaron los nervios propios de la situación y surgió la primera noticia. Los vallisoletanos, muy hartos de los políticos tras aguantar tres duras campañas electorales seguidas, y desencantados con la clase política en general por la falta de soluciones a sus problemas, habían decidido en gran parte quedarse en su casa, alcanzándose una abstención del 42%.
Poco a poco iban llegando noticias del recuento de votos hasta que se confirmaron los resultados finales: había saltado la sorpresa. El PSOE había ganado las elecciones, aunque sin mayoría absoluta, obteniendo el 37,88% de los votos y 13 concejales, seguido de la UCD, con el 27,52% de los votos y 9 ediles.
Por lo demás, el pleno del Ayuntamiento estaría compuesto por 4 concejales del Partido Comunista, 2 de la Candidatura Independiente, y 1 de Coalición Democrática.
La alcaldía estaba en el aire a la espera de los posibles pactos electorales, pero las dudas se disiparon rápidamente. Esa misma noche, el PSOE y el PC anunciaron un pacto en toda España para conseguir un vuelco a la izquierda en la política española, lo que se traducía en nuestra ciudad, en que el primer gobierno municipal de la democracia estaría integrado por socialistas y comunistas, y Tomás Rodríguez Bolaños se convertiría el 20 de abril de 1979 en el primer alcalde democrático de Valladolid.
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