La Copa de la Liga de 1984

 


 

Viendo el negro presente de nuestro Real Valladolid, y viendo que el futuro próximo no pinta mucho mejor, he buscado un pequeño consuelo en glorias pasadas, una pequeña ayuda psicológica que también os ofrezco a los que padecéis este Pucela igual que yo, en la que como tarea de esta primera sesión, toca recordar el mayor triunfo del equipo de nuestra ciudad: la Copa de la Liga de 1984

Pero antes de entrar en materia, creo que conviene explicar qué era la Copa de la Liga.

Esta competición fue creada por la RFEF para que los clubes pudieran ingresar algo de dinero en el periodo que iba desde la finalización de la Liga y la Copa del Rey hasta el 30 de junio, momento en el que finalizaban los contratos de los jugadores, y de esta forma, hacer frente a los últimos pagos de la temporada, ya que la situación económica de los clubes españoles en aquellos años era tan ruinosa, que si Javier Tebas echara un ojo a sus cuentas, le provocaría 17 infartos y 20 embolias cerebrales simultáneas.

Foto del once inicial de la final jugada contra el Atlético de Madrid

 

En ella participaban los 18 equipos de Primera División y los vencedores de la edición anterior de las otras categorías, es decir, el campeón de la Copa de la Liga de Segunda División, los campeones de los dos grupos de Segunda B y el de Tercera, y su mecanismo de competición era de eliminatoria directa a partido de ida y vuelta, igual que la Copa del Rey, pero a pesar del incentivo económico que ofrecía, debido a la saturación del calendario y a que los ingresos no fueron los esperados, la Copa de la Liga solo se disputó entre el 83 y el 86, aunque los tres únicos ganadores de estas cuatro ediciones demuestran que para nada era una competición sin importancia: Barcelona (83 y 86), Real Madrid (85) y Real Valladolid (84).

Centrándonos ya en nuestro equipo, en la temporada 83/84 el club tenía como presidente al añorado y querido Gonzalo Alonso, cuya principal virtud fue rodearse de gente que sabía mucho de fútbol, logrando juntar en la secretaría técnica a los míticos Ramón Martínez y Santi Llorente, y dando la oportunidad como entrenador a Fernando Redondo, quien sustituyó a García Traid con el equipo en puestos de descenso, y tras una segunda vuelta impecable, logró la salvación.

En cuanto a la plantilla, carecía de grandes estrellas y era una mezcla de jugadores experimentados y de jóvenes con futuro, entre los que destacaban algunos nombres míticos de la afición pucelana como Moré, Minguela, Fenoy, Jorge, Gail o Antonio Santos, y, sobre todo, los jugadores probablemente más talentosos de la plantilla: el chileno "Pato" Yáñez y el uruguayo "Polilla" Da Silva.

Gail pelea un balón frente Arteche durante la final contra el Atlético de Madrid
 

Con la permanencia conseguida, el Real Valladolid inicia su andadura en la Copa de la Liga jugando contra el Zaragoza, a quien eliminó brillantemente venciendo en los dos partidos, 1-0 en el José Zorrilla, y 2-4 en la Romareda.

En la siguiente eliminatoria el Pucela tuvo suerte, porque debido a que el número de equipos participantes no cuadraba con las eliminatorias, el Real Valladolid quedó exento de jugar.

Así, casi sin despeinarse, nuestro equipo se plantaba en los cuartos de final de la Copa de la Liga para medirse al Sevilla, un equipo que había finalizado en la parte media alta de la Liga, y muy peligroso por la olla a presión que siempre ha sido el Sánchez Pizjuán.

Se preveía un duelo muy igualado, y así fue. El Valladolid perdió por 2-0 en Sevilla, pero en el José Zorrilla, empujado por el público, el Pucela venció por 3-1, igualando la eliminatoria, y tras una prórroga equilibrada, se llegó a la tanda de penaltis, donde la suerte fue blanquivioleta.

El Real Valladolid estaba en semifinales, los jugadores empezaban a creerse que se podía hacer algo grande, y la afición empezaba a sentir que por fin iba a poder ver a su equipo en una final, pero faltaba un duro escollo para lograr el objetivo: el Real Betis Balompié.

El club sevillano se encontraba en un gran momento, acababa de finalizar 5º en la Liga y contaba en su plantilla con jugadores míticos del fútbol español, que además se encontraban en su mejor momento deportivo, como por ejemplo, Gordillo, Poli Rincón, Cardeñosa o Calderón.

La ilusión era mucha, pero la semifinal no empezó bien.

El Valladolid perdía en el campo del Betis por 2-0 en un partido en el que, a pesar de que los pucelanos dieron la cara, y que incluso tuvieron sus oportunidades, fueron dominados claramente por los sevillanos.

Otra vez tocaba remontar.

Se preveía un partido duro y efectivamente lo fue, pero los pucelanos, tirando de oficio y de casta, y al igual que en la anterior eliminatoria, llevados en volandas por su público, levantaron la eliminatoria venciendo por 3-0 en casa.

El pucela estaba en la final de la Copa de la Liga, el sueño se había cumplido, pero una vez llegados aquí… ¿Por qué no ganar?

Aracil luchando por el balón frente a Landáburu durante la final contra el Atlético de Madrid

El rival que iba a tener enfrente el Real Valladolid iba a ser el más complicado de todos a los que se había enfrentado hasta el momento: el Atlético de Madrid.

Los colchoneros, dirigidos por el eterno Luis Aragonés, habían terminado cuartos en la Liga y tenía una plantilla con estrellas del nivel del mejicano Hugo Sánchez, jugadores históricos del club como Tomás Reñones, Arteche o Pedraza, y un pucelano y ex blanquivioleta como Jesús Landáburu.

Sin miedo a nada, el Valladolid acude al partido de ida en el Vicente Calderón consciente de lo que se jugaba, y en un partido duro y feo, en el que ninguno de los equipos quería cometer ningún error que le condicionara para el partido de vuelta, consigue arrancar un empate a cero en su visita a Madrid.

El Pucela se iba a jugar la posibilidad de ganar su primer título oficial junto a los suyos, en el recientemente estrenado Nuevo José Zorrilla.

Y por fin llegó la fecha marcada en rojo: sábado 30 de junio de 1984.

Al contrario de lo que podríamos pensar hoy día, que el Real Valladolid fuera a jugar una final, y además en su propio estadio, no supuso que la ciudad se tiñera de blanquivioleta ni que se creara un especial ambiente para ese partido.

En cuanto a los nuestros, lejos de las lujosas y exclusivas concentraciones de la actualidad, aquella tarde los jugadores acudieron al antiguo Hotel Parque, comieron juntos tranquilamente, jugaron una partida de cartas, y cuando hicieron bien la digestión, subieron al estadio cada uno en su coche particular.

 

El "pato" Yáñez haciendo diabluras durante la final contra el Atlético de Madrid

A la vista de estos datos, podría parecer que el partido de esa noche no había levantado ningún interés, pero no os equivoquéis, la afición pucelana respondió y el Nuevo José Zorrilla se llenó a reventar con 33.000 almas pucelanas que estaban a muerte con su equipo y con los once héroes blanquivioletas que saltaron al césped: Fenoy, Aracil, Richard, Jorge, Gaíl, García Navajas, Pato Yáñez, Moré, Da Silva, Eusebio y López.

Por fin suena el pitido inicial y, tal y como se esperaba, la iniciativa correspondió al Atlético de Madrid, el favorito para llevarse el título, aunque el Real Valladolid, manteniéndose muy ordenado en defensa y con un gran Eusebio en el medio campo, consigue mantener el partido equilibrado y que los colchoneros no lleguen a jugar a gusto.

Sin embargo, el paso de los minutos va decantando el partido del lado visitante, sobre todo por la gran actuación del vallisoletano Landaburu, quien en el minuto 30 y en el 37 tiene dos ocasiones para marcar detenidas por Fenoy, que poco después vuelve a detener otro tiro, esta vez de Hugo Sánchez.

El Pucela lo estaba pasando mal y empezaba a pedir la hora, pero justo en los últimos minutos de la primera parte, Da Silva manda fuera la mejor ocasión blanquivioleta, finalizando así el primer acto de la final.

La segunda parte no empezó mejor.

Aracil, uno de los mejores del partido, peleando un balón durante la final contra el Atlético de Madrid
 

El Atlético de Madrid salió en tromba y el Valladolid no conseguía volver al orden defensivo que logró en los primeros compases del partido.

Redondo trata de poner alguna solución desde el banquillo y Minguela hace mejorar al equipo tras saltar al campo en el minuto 51 sustituyendo a López, pero en los colchoneros Landáburu se estaba saliendo y las ocasiones se sucedían: Hugo Sánchez, Víctor, Rubio…los rojiblancos acosaban la portería defendida por Fenoy, que con la ayuda de la Virgen de San Lorenzo, o con la de San Mateo, o con la de ambos juntos, se había convertido en un auténtico muro por el que no pasaba el balón.

Se entraba en los últimos compases del partido con los rojiblancos dando algunos síntomas de cansancio, lo que aprovechan los nuestros para hacerse con el partido y atacar con más peligro, sobre todo tras la entrada en el minuto 82 de Fortes por Eusebio, que abandonaba el campo destrozado después de haberlo dado todo.

Sin embargo, no llegan ocasiones claras y el partido llega al minuto 90 con 0-0.

La prórroga empieza trabada y con los dos equipos imprecisos, producto del cansancio y de los nervios, pero los nuestros empiezan bien, el balón nos pertenece aunque siguen sin llegar ocasiones claras, hasta que se llega al minuto 98 y todo cambia.

El "pato" Yáñez, regateando a Tomás y a Arteche en la jugada del primer gol del Real Valladolid en la final de la Copa de la Liga de 1984

 

El Pato Yáñez, uno de los mejores del partido, coge el balón en la banda, arranca con una velocidad endiablada, impropia de alguien que lleva 98 minutos jugando una final, lleva el balón pegado al pie volviendo loca a la defensa atlética, entra en el área pequeña, consigue ganar la línea de fondo, hace el pase de la muerte y ninguno de los nuestros toca la pelota, pero sí Votava, el central checoslovaco del Atlético de Madrid, que envía el balón al fondo de su propia portería.

Por fin llegó el gol.

Las gradas se venían abajo, después de sufrir durante todo el partido, lo habíamos conseguido, habíamos marcado el 1-0.

Pero la Copa de la Liga aún no era blanquivioleta, aún quedaban 22 minutos por jugar.

Los jugadores del Real Valladolid celebrando la victoria en la final de la Copa de la Liga

 

Los visitantes sacan del centro con la idea de igualar la final, pero las 33.000 voces que abarrotaban Zorrilla empujan a su equipo, que se hace dueño y señor de la prórroga buscando con ansia el gol de la tranquilidad, que no tardó en llegar tras el saque de una falta, cuyo rebote llega hasta Da Silva, quien controla y se lanza con velocidad a la portería fallando el remate solo delante del portero atlético, pero el rechace llega a los pies de Fortes, el gran revulsivo del partido, quien controla y acaba haciendo el segundo gol del Pucela.

La locura estallaba en el José Zorrilla, ahora sí que se tocaba el título, pero aún no había llegado la puntilla. Fortes, tras una bonita pared dentro del área, llega a línea de fondo y ejecuta un pase de la muerte que termina rematando Minguela a placer.

Poco después, en el minuto 117, el autor del tercer gol resultó expulsado tras una pelea con Pedraza, pero ya daba igual, la final estaba decidida.

Fortes con la Copa de la Liga junto a los aficionados

 

Tras el pitido final, Pepe Moré recogió la Copa de la Liga y el José Zorrilla estalló en una fiesta, aclamando a los héroes que acababan de conseguir el primer y, hasta ahora, único título nacional del Real Valladolid, que además llevaba unido otro premio, el de la primera participación de nuestro equipo en la Copa de la UEFA.

Pero esa es otra historia…

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