El Teatro Pradera

 


El protagonista de hoy es una de las más ilustres víctimas del mal llamado progreso, un edificio que aún hoy, más de cincuenta años después de su desaparición, sigue permaneciendo en la memoria de buena parte de los vallisoletanos.

Se trata del Teatro Pradera, y hablar de este mítico lugar, es hablar de los orígenes del cine en Valladolid

Se tiene constancia de que en un salón de la Plaza de Fuente Dorada se llevaron a cabo reproducciones de películas llegadas desde París, tan pronto como en 1896, un dato importante a tener en cuenta, ya que la primera vez que el público pudo admirar esa cosa tan rara que habían inventado los hermano Lumière, algo mágico que permitía ver imágenes en movimiento, había sido en París tan solo un año antes, en 1895, lo cual nos da una idea del gran momento económico en el que se encontraba Valladolid, y del interés que tenían las clases pudientes por todas las novedades que surgían en el extranjero

La Barraca o Cinematógrafo Pradera, origen del Teatro Pradera

 

En este contexto es donde toma protagonismo Manuel Pradera, un importante contratista de obras y avispado empresario, que tras comprobar la buena acogida en nuestra ciudad de este nuevo invento al que llamaban cinematógrafo, vio una oportunidad de negocio y decidió apostar por él, así que construyó un barracón de madera al que llamó “Barraca Pradera”, lo colocó en la Plaza Zorrilla, justo en la entrada del Campo Grande, y el 15 de septiembre de 1904 quedó abierto al público para, entre otras cosas, reproducir películas cinematográficas.

Nacía así la “primera sala de cine” de Valladolid.

Manuel Pradera, como buen empresario, se volcó en su negocio, llegando incluso a grabar él mismo algunas películas cortas sobre la actualidad vallisoletana, y a la vista del éxito alcanzado, en 1909 se lanzó de cabeza a la expansión de su empresa, solicitando el permiso del Ayuntamiento para construir en el mismo lugar en el que tenía instalada su barraca, un “teatro de verano” que sirviera, no solo para reproducir películas, sino también para otro tipo de actos y espectáculos.

Su solicitud llegó al Ayuntamiento de Valladolid, y como siempre que hay mucha pasta en juego, hubo un serio debate.

El "primer" Teatro Pradera en la década de 1910
 

Vamos, que las sesiones estuvieron “calentitas” … 

Al parecer, la idea de instalar un teatro en las puertas del Campo Grande, también se le ocurrió a Guillermo García, dueño del Cine Popular, que estaba situado en la Calle Mantería, lo que dio lugar a unos acalorados debates en el Ayuntamiento, más propios de la política actual, que enfrentó a concejales partidarios de la familia Pradera con los concejales partidarios del Sr. García, un duro enfrentamiento al se sumaba otra corriente de opinión que defendía denegar cualquier licencia de aprovechamiento privado de los jardines del Campo Grande, y además, por aquello de a río revuelto, ganancia de pescadores, se llegó a debatir la solicitud presentada por el párroco de San Ildefonso para la construcción de una iglesia en ese mismo lugar.

Ya veis como se puso la cosa de seria que la construcción de la iglesia se denegó sin ningún miramiento…



 
Imagen del primer Teatro Pradera

Finalmente, tras siete días de debate, y después de muchos dimes y diretes, Manuel Pradera salió vencedor y el Ayuntamiento acordó construir el teatro por el que tanto follón se había montado, firmándose un contrato por el que se concedía a la familia Pradera su explotación durante 18 años con posibilidad de prórroga, pasando a propiedad del Ayuntamiento una vez finalizado dicho plazo.

Este teatro, que se construyó bajo la dirección de Juan Agapito y Revilla, fue tan espectacular que causó una gran sensación entre los vallisoletanos de la época.

La Acera Recoletos con el Teatro Pradera a la derecha, en la década de 1910

 

Y no era de extrañar.

La sala principal era tan amplia que contaba con 20 filas de butacas, las cuales estaban forradas con cuero rojo, y poseía una decoración en extremo elegante, blanco verdoso en el techo y en los muros, y blanco rosado en las galerías, palcos y plateas, una sala a la que se accedía por el vestíbulo y se salía por otras ocho puertas. Además, el teatro contaba con dos amplias salas de espera y cuatro elegantes escaleras.

Sin grandes contratiempos en su construcción, el ahora llamado “Salón Pradera”, fue inaugurado por todo lo alto el 16 de septiembre de 1910, con la actuación de una famosísima bailarina de la época, Carmelita Ferrer.

Imagen publicada por el ABC del interior del Teatro Pradera tras el incendio de 1920

 

Sin embargo, este inicial Salón Pradera no tuvo una larga vida, ya que unos años después, un terrible incendio se lo llevó por delante.

Al igual que la inmensa mayoría de teatros de la época, el material elegido para su construcción fue la madera, lo cual, desde la perspectiva y conocimientos de hoy día, no fue una idea muy brillante, ya que, entre otras cosas, la novedosa utilización de la electricidad no ofrecía una gran seguridad, y al igual que ocurrió con un gran número de teatros construidos con este mismo material, en junio de 1920, sufrió un devastador incendio durante una representación teatral, que acabó con este primitivo recinto y dejó siete heridos.

Fachada principal del Teatro Pradera tras la última reforma de 1932

Pero ni mucho menos este fue el fin del negocio de la familia Pradera, ya que tan solo un par de meses después, el 15 de agosto de 1920, volvía el espectáculo al Teatro Pradera.

“The show must go on”… y lo hiz tirando la casa por la ventana.

Por este teatro pasaron famosísimas actrices españolas y mundiales, como Estrellita Castro, Amalia Molina, Soledad Miralles, Camila Quiroga, actriz argentina de fama mundial que inició su gira europea en Valladolid…son nombres que no os dirán nada, pero para que os hagáis una idea, sería como si hoy vinieran a un teatro vallisoletano Julia Roberts, Scarlett Johansson, Oasis, Coldplay, o cualquier otro cantante latino actual (dado mi total desconocimiento, os dejo a vosotros elegir quien)

Imagen del interior del Teatro Pradera
 

Ya en 1930 llegan unos importantes retoques al Teatro Pradera.

En ese año se realizó una importante reforma en la que se modernizó su interior para adaptarlo a los nuevos tiempos, y sobre todo se modificó la fachada, instalándose el frontón y las columnas salomónicas de la entrada, y una vez terminadas las obras, se inauguró el sistema de cine sonoro, lo que hizo posible que desde ese año se alternaran sin problemas los espectáculos de teatro, zarzuela y revista, con la reproducción habitual de películas cinematográficas.

El Teatro Pradera en los años 60

 

Si esta reforma fue importante, no lo fue menos la que se llevó a cabo en 1932, en la que se elevó el cuerpo de la azotea y se construyeron sus dos famosos torreones, lo que le dio a este teatro su atractivo aspecto neomodernista.

A partir de esta fecha, salvo pequeñas obras de mantenimiento, los años se fueron sucediendo sin grandes sobresaltos entre programas dobles, representaciones teatrales, actos de toda índole, obras de zarzuela y estrenos cinematográficos, pero llegaron los años 60, la década del gran genocidio arquitectónico vallisoletano.

El Teatro Pradera visto desde la Calle Santiago en los años 50

 

En el año 1967, el Ayuntamiento de Valladolid decidió no prorrogar el contrato de arrendamiento tal y como se había venido haciendo desde su construcción, ya que las grandes cabezas pensantes de la época habían decidido que se edificara en ese mismo lugar un hotel de lujo.

Paradojas del progreso, derribar un maravilloso edificio con historia para sustituirlo por una mole de hormigón…

La Plaza Zorrilla, con el Teatro Pradera a la izquierda, en los años 60

 

Al contrario de lo que podríamos pensar hoy, esta decisión no creo ningún tipo de polémica en nuestra ciudad, tan solo hubo una recogida de firmas sin mucho éxito.

Lo que sí existió fue un sentimiento de pérdida y nostalgia, manifestada por las cartas remitidas por algunos ciudadanos a los periódicos y las declaraciones de algunos contemporáneos, unos sentimientos que fueron superados por el de resignación ante la idea de progreso.

Aprobada esta resolución por el Ayuntamiento, que daba la sentencia de muerte al Teatro Pradera, solo quedaba bajar el telón, lo que ocurrió el 24 de septiembre de 1967, tras la representación de la comedia “Metidos en harina”, y certificar su fallecimiento con su derribo unos meses después, ya en enero de 1968.

El Teatro Pradera en fase de derribo en las navidades de 1967


Llegados hasta aquí, muchos os preguntaréis qué pasó con ese fabuloso hotel de lujo que se iba a construir, así que ahí va el Bonus Track.

Cortesía de la casa.

Como habéis deducido, el hotel nunca llegó a edificarse. Pues bien, resulta que una vez derruido el Teatro Pradera, el Ayuntamiento se dio cuenta de que el contrato de arrendamiento que se firmó en 1909 incluía una cláusula que establecía que, si por cualquier causa, el terreno sobre el que se asentaba el teatro se destinaba a un uso diferente al del propio teatro o a un fin municipal, los beneficios que se obtuvieran irían a parar a los bolsillos de los descendientes de Manuel Pradera.

Ruinas del Teatro Pradera poco después de su derribo

Evidentemente, esa no era la intención del Ayuntamiento, que principalmente buscaba obtener ingresos, así que teniendo en cuenta que por la vía del hotel no iba a sacar tajada, se decidió abandonar esta loca idea, y dejar el terreno libre.

¿Fue ésta tal vez la póstuma venganza del Teatro Pradera?

A mí me gusta pensar que sí…

Comentarios

  1. Un lujo poder leer estos contenidos de nuestra ciudad. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  2. ¡Muy bien documentado y explicado! Muchísimas gracias por mantener viva la historia de estos pequeños sitios de Valladolid, que si no serían desconocidos para todos.

    ResponderEliminar
  3. Mi suegra era una Pradera, cuantos ignorantes en el mundo ,una perdida arquitectónica en nuestra ciudad

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Barrio de Parquesol

Barrio de Parque Alameda