La Plaza del Viejo Coso

 


En pleno centro de Valladolid, cerca de la Iglesia de San Pablo y del Palacio Real, se encuentra este tranquilo rincón de la ciudad, un lugar donde hoy día viven multitud de familias y donde pequeños negocios salen adelante, una función, la que tiene este espacio en la actualidad, muy diferente a la que tuvo en su origen, y cuyo nombre ya nos da la pista para resolver la adivinanza: la Plaza del Viejo Coso.

Los toros han sido desde la antigüedad el signo más característico de la cultura española, en un principio con un carácter ritual, y transformándose más adelante en el espectáculo que es hoy día.

Aunque en España siempre ha sido costumbre la utilización del toro como elemento fundamental de cualquier gran celebración, es en el siglo XII cuando se empieza a tener noticia documental de eventos taurinos, y es ya en el siglo XV cuando en términos generales se empiezan a popularizar por todo el país.

Vista actual de la Plaza del Viejo Coso
 

En cuanto a nuestra ciudad, los primeros festejos taurinos de los que se tiene noticia, datan de alrededor de 1497, durante el reinado del emperador Carlos V, y su celebración se llevaba a cabo en la Plaza Mayor y en las zonas anexas a la Puerta del Campo, o en la Plaza Vieja o de San Pablo, donde se instalaban tribunas de madera para mayor comodidad y seguridad de los espectadores.

Es ya a principios del siglo XIX cuando la popularización de las festividades taurinas y los nuevos tiempos, con sus nuevas necesidades, hicieron necesaria la creación de un recinto específico y exclusivo para la celebración de corridas de toros.

Aspecto de la Plaza del Viejo Coso de Valladolid en 1977, poco después del traslado del cuartel de la Guardia Civil

La elección del lugar en el que se iba a construir la plaza de toros no fue casual, ya que la céntrica zona de San Quirce estaba experimentando una enorme transformación como consecuencia de la desamortización de Mendizábal y la consecuente venta de bienes inmuebles, y qué mejor forma de rematar esta reforma urbana que con una flamante plaza de toros.

Imagen de la entrada a la Plaza del Viejo Coso de Valladolid en 1977, donde se puede apreciar el total abandono tras el traslado del cuartel de la Guardia Civil

La desamortización de Mendizábal y la posterior Ley Madoz, hicieron posible que se liberara una gran cantidad de suelo que anteriormente estaba en manos de la iglesia católica, tal y como ocurrió en este caso, ya que el terreno en el que se iba a construir la Plaza de Toros estaba ocupado anteriormente por el Hospital de Pobres y el Palacio del Conde de Salinas, edificio que se encontraban en una situación ruinosa al haber sido abandonado por su dueño dos siglos atrás, cuando tras ser nombrado presidente del Consejo de Portugal, hizo sus maletas, o sus baúles, y se mudó definitivamente a Madrid.

Una historia de mudanzas a la gran capital que a muchos de los jóvenes vallisoletanos les toca muy de cerca…

Imagen de las obras de rehabilitación de la Plaza del Viejo Coso de Valladolid

Para la construcción de esta primera plaza de toros de Valladolid, los arquitectos tomaron como modelo los cosos de Tarazona, Jerez de la Frontera y Granada, que eran los más modernos, famosos y “glamurosos” de la época, utilizándose una planta octogonal, y no la circular tan característica de los tiempos modernos, creándose un recinto preparado para albergar hasta 8.000 espectadores, reservándose los palcos superiores a las autoridades y personajes ilustres de la ciudad y del reino.

Sobre su construcción, hay muy poca documentación original y fidedigna, pero parece ser que el material utilizado fue la madera, y que desde el principio se construyó una crujía cubierta con dos pisos-gradas, que es la que aun hoy se observa en el exterior.

Imagen de la Plaza del Viejo Coso de Valladolid a finales de los 80, una vez finalizada la rehabilitación

Sin contratiempos de relevancia, la nueva plaza de toros se termina y se inaugura en 1833, resultando un éxito inmediato.

De la misma forma que cuando hoy día abre un nuevo restaurante o una nueva discoteca en Valladolid todos acudimos por aquello de la novedad, la plaza de toros se convirtió inmediatamente en el lugar de moda de la época, cualquier vallisoletano que se preciara tenía que estar allí, sirviendo este recinto como lugar de encuentro de las élites de la ciudad, que utilizaban los palcos para hacer vida social junto a otras personalidades locales y tener encuentros “casuales” con los nobles y personajes ilustres que venían a nuestra ciudad para disfrutar de una corrida de toros, aprovechando la ocasión para cerrar importantes negocios y crear una buena red de contactos. Vamos, que Florentino Pérez no inventó nada nuevo con el palco del Bernabéu…

Imagen del interior de la Plaza del Viejo Coso de Valladolid a finales de los 80, después de finalizar la rehabilitación

Festejo tras festejo, la plaza de toros se abarrotaba, y esto la convirtió en un buen ejemplo de la frase “morir de éxito”.

Poco tiempo después de su inauguración, al comprobarse que muchas personas tenían que quedarse en la calle al no poder comprar su entrada por haberse vendido todas las localidades, se construyó un tendido de piedra para aumentar el aforo, lo que hizo disminuir el diámetro del ruedo, y agravó aún más los dos principales problemas de este primer coso vallisoletano: su incomodidad y su reducido espacio

Estas dos razones son las que llevaron a que se construyera una nueva Plaza de Toros, la del Paseo de Zorrilla, que es la utilizada actualmente para los festejos taurinos, y que, tras su inauguración en 1890, supuso el fin de las corridas de toros en este viejo coso tras casi sesenta años…aunque no su fin.

Al estar situada en un lugar estratégico, en pleno centro de Valladolid, se decidió un cambio de uso, reformándose el edificio y sus dependencias para albergar un cuartel de la Guardia Civil a partir de 1900.

La entrada a la Plaza del Viejo Coso de Valladolid en la actualidad

Para adaptar la vieja plaza de toros a este nuevo uso se llevaron a cabo importantes reformas en la construcción original, destacando la supresión del tendido y la adición de una segunda crujía interior. De esta forma, se organizaron alrededor del antiguo ruedo 45 habitaciones para los agentes entre los dos pisos existentes, y a los bajos se les dio el uso de comedor, salón de armas, cuadras y despacho para el comandante de guardia.

Es también en esta época cuando se construye el edificio que une esta plaza con el Palacio de Fabio Nelli, que está construido justo en el punto en el que se encontraban las taquillas y la entrada principal de la antigua plaza de toros.

Este uso duró hasta 1977, cuando el cuartel de la Guardia Civil se trasladó al Barrio de San Isidro.

Interior de la Plaza del Viejo Coso de Valladolid en la actualidad

Aquí empezó una dura época para este edificio, ya que sufrió un total abandono que afectó a la totalidad del recinto, y en especial al tejado, al que se sumaron multitud de destrozos debidos a actos vandálicos. Incluso llegó a ser ocupado por un grupo ecologista que reclamaba su conservación para darle un uso cultural, ya que los planteamientos urbanísticos de la época contemplaban su demolición para construir nuevos edificios de viviendas similares a los de su entorno.

Afortunadamente, este homicidio urbanístico quedó tan solo en grado de tentativa.

A inicios de los 80 del siglo pasado, los propietarios de todo este espacio, a la vista de la enorme pérdida para la ciudad que podría suponer derribar todo este conjunto, encargaron un proyecto de rehabilitación a los arquitectos Javier López de Uribe y Manuel Finat, que en 1984 dio a luz a la Plaza del Viejo Coso que vemos hoy día.

Entrada a la Plaza del Viejo Coso de Valladolid en la actualidad

Esta rehabilitación configuró una estructura en forma de corrala alrededor de una plaza ajardinada y adornada con tejos, a la que se accede desde las calles San Quirce y San Ignacio, y mantuvo prácticamente íntegra la fachada interior y el ladrillo original, además de respetarse la disposición geométrica y las galerías interiores, lo que permite hacernos una idea perfecta de cómo era este edificio en sus orígenes.

Las plantas bajas se dedicaron a locales comerciales de actividad diurna y los antiguos palcos se convirtieron en viviendas, distribuidas en ocho portales, y que constan de dos plantas, en los que la primera son todo pisos, y en la segunda son pisos o dúplex.

Esta es la dilatada historia de uno de los rincones más pintorescos, secretos y tranquilos de nuestra ciudad, uno de esos lugares de Valladolid con un encanto especial que bien valen una visita.

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