El Teatro Zorrilla

 


Valladolid es ciudad de teatro. Grandes actores han nacido y se han criado en nuestra ciudad al calor de una afición al género dramatúrgico que en muy pocos lugares existe.

Lógicamente, esta gran afición al teatro necesita una oferta suficiente para satisfacerla, de ahí la razón por la que en Valladolid haya tantos y tan variados lugares donde poder disfrutar de él, y de entre ellos, hay uno que ocupa un lugar destacado, que no es otro que el protagonista de hoy: el Teatro Zorrilla.

Entrada al Teatro Zorrilla por Calle Constitución

 

Una vez más, nos situamos a mediados del Siglo XIX, época de gran esplendor económico de la ciudad, en la que la creciente industria vallisoletana hizo florecer una nueva burguesía, la cual demandaba cambios en la ciudad que la asemejaran a otras grandes capitales europeas del momento, en especial en el ámbito cultural, donde destacaban los edificios destinados al ballet, la ópera o el teatro, y no solo como espacios dedicados a la representación artística, sino también como lugar de reunión de la alta sociedad. Vamos, que ir al teatro era lo más “cool” de la época.

Retrato de José Zorrilla

 

Además, el poeta José Zorrilla se encontraba en la cúspide de su carrera y, siguiendo otra corriente propia de aquellos años, que era la de buscar personajes importantes que hicieran destacar la ciudad con su propio nombre, se mató dos pájaros de un tiro y se acordó la construcción de este teatro, de tal forma que por un lado se pudieran satisfacer las inquietudes artísticas y sociales de los vallisoletanos, y por otro lado, se encontró la forma más idónea de homenajear a José Zorrilla.

Algo así como si al rascacielos más alto de Madrid se le pusiera el nombre de Florentino Pérez.

La construcción del Teatro Zorrilla se encargó al arquitecto cántabro Joaquín Ruiz Sierra, quien también se encargó de construir los Mercados del Val, de Portugalete y el del Campillo, entre otras grandes obras,  y el lugar elegido fue el terreno sobre el que anteriormente se asentaba el Convento de San Francisco, dato a tener muy en cuenta, ya que la iglesia católica nunca fue muy amiga del mundo de la farándula, y muy probablemente de ahí surja la maldición que pesa sobre este teatro, que por resumirla un poco, básicamente decía que en el momento en el que se completara el aforo, este teatro ardería.

Sé que querréis saber más sobre esta leyenda, pero no os preocupéis, tendrá su propio espacio…

Cartel anunciador del Teatro Zorrilla. Si os fijáis, aparece la fachada de la Calle Constitución como la entrada principal.

 

Además, como ya os contaba al hablar del Convento de San Francisco, era muy común que los enterramientos se llevaran a cabo dentro de estos recintos sagrados, y en el caso concreto de este convento, dada su enorme importancia y larga permanencia en el tiempo, el número de enterramientos fue tal, que las sepulturas que albergaba ocuparon todas las capillas, el claustro y el propio suelo del convento, es decir, que toda la superficie sobre la que se construyó este teatro estaba llena de muertos.

En otras palabras, el cementerio indio sobre el que se asentaba la casa de la película Poltergheist, era un parque infantil al lado de lo que se encontraron al construir el Teatro Zorrilla.

Os cuento esto porque, como seguro habéis adivinado, al remover la tierra para construir el teatro, no dejaban de aparecer cadáveres que veían de esta forma interrumpido su eterno descanso, y que ocasionaban unos sustos a los pobres obreros que los llevaban al borde de compartir destino con los que acababan de desenterrar, unos hallazgos que no hicieron más que acrecentar la leyenda negra de este teatro.

Recordatorio de la inauguración del Teatro Zorrilla.

Con un periodo de construcción plagado de funestos descubrimientos, el Teatro Zorrilla por fin se vio terminado sin mayores disgustos, y se inauguró por todo lo alto en octubre de 1884 con la asistencia del propio homenajeado, D José Zorrilla, levantándose por primera el telón de este teatro para representaciones teatrales, zarzuelas, ballet y la celebración de diversos actos de otra índole.

En este teatro se desarrolló una parte importante de la vida social de la ciudad y tuvo un gran éxito en sus inicios dada la novedad y modernidad de los espectáculos que ofrecía, una modernidad que no quedaba solo en lo cultural, sino que también alcanzaba a las instalaciones en sí. Así por ejemplo, en la noche del 22 de octubre de 1887, se encendió por primera vez la iluminación eléctrica del Teatro Zorrilla, convirtiéndose en uno de los primeros edificios de la ciudad en contar con este avance tecnológico.

Sin embargo, el éxito inicial no tardó en desinflarse.

La puerta del Teatro Zorrilla en los 90 (y el mítico Hostal Miño)

El teatro ya no conseguía hacer rentable el Teatro Zorrilla, por lo que alternó su uso primitivo con otros diferentes, como fue el de sala de cine, dedicándose en exclusiva al séptimo arte a partir de la década de los ochenta, y llegando a ser una de las sedes de la SEMINCI, y aquí viene un dato importante: este lugar fue el primero en el que se reprodujo una película de cine sonoro en nuestra ciudad, en concreto el 16 de octubre de 1930.

Sin embargo, y a pesar de buscar otras utilidades para el Teatro Zorrilla que hicieran viable económicamente este negocio, la falta de mantenimiento ocasionada por la ausencia de inversión en el mismo, llevó a su clausura por el enorme e incluso peligroso deterioro que sufría, aunque con vistas a una restauración total de todo el edificio, que, dada la falta de financiación, se demoró en el tiempo.

Afortunadamente, y gracias a la iniciativa de la Diputación de Valladolid, en 2005 comenzó la esperada restauración del Teatro Zorrilla, encargándose el proyecto al arquitecto Roberto Valle González, que salvo que alguno de vosotros con una mayor formación me corrija, creo que hizo un enorme trabajo.

Imagen de las obras de restauración en el Teatro Zorrilla

Y es que la restauración no fue ninguna broma.

La sencillez de la construcción en sí, y el enorme deterioro debido a la falta de mantenimiento que arrastraba, más el sufrido desde su clausura, afectaba gravemente a los elementos estructurales del Teatro Zorrilla, sobre todo a la cubierta, y a consecuencia de ello, prácticamente se derribó la totalidad del edificio, salvo las galerías y el techo de la sala.

El escenario del Teatro Zorrilla antes y después de la rehabilitación

El ambicioso proyecto de restauración recuperó los planos originales de 1884, manteniendo y arreglando las fachadas de la Plaza Mayor y la Calle Constitución, que constituían los dos edificios de los que se componía el Teatro Zorrilla, y se centró sobre todo en la recuperación de la sala principal, la parte de mayor valor, en la que el patio de butacas se devolvió a su aspecto primitivo, dejando el aforo en 534 espectadores y espacio para una veintena de músicos.

El resto es todo nuevo por la imposibilidad de recuperar más partes del edificio, pero no fue una oportunidad perdida, sino que se aprovechó para mejorar el teatro y adaptarlo a las necesidades del Siglo XXI, como es el caso de la pieza maestra de las innovaciones introducidas: la construcción de un gran vestíbulo, típico de este tipo de teatros, y del que carecía con anterioridad el Teatro Zorrilla.

El patio de butacas del Teatro Zorrilla antes y después de su rehabilitación
 

Junto a este vestíbulo, en el sótano se ha creado una sala experimental y de ensayos, además de un moderno salón-cafetería con terraza en la plaza mayor, una sala de conferencias y exposiciones en la segunda planta, una zona de despachos en la tercera, y en la cuarta y última, se ha creado un valioso archivo y videoteca con documentación relativa al mundo del teatro y del espectáculo en general.

Una vez terminada esta importantísima rehabilitación, por fin llegó el momento de volver a subir el telón del Teatro Zorrilla en septiembre de 2009, aprovechando las fiestas de la Virgen de San Lorenzo.

Los techos del Teatro Zorrilla antes y después de la rehabilitación

 

Desde entonces, han sido continuas las representaciones y, con una programación exitosa y muy variada, como teatro, danza, conciertos, ópera o zarzuela, ha vuelto a convertirse en una de las sedes de la SEMINCI, y se ha utilizado para diversos actos tipo privado.

Como pequeña curiosidad, los vallisoletanos tenemos una gran tradición en el Día de los Todos los Santos, como son las representaciones de “Don Juan Tenorio”. Pues bien, como no podía ser de otra forma en el Teatro Zorrilla, lugar dedicado al autor de esta obra de teatro, desde el año 2010, todos los años, sin excepción, se viene representando esta inmortal obra a cargo de la Asociación de Amigos del Teatro de Valladolid, con notable éxito, dicho sea de paso.

Así se veía el Teatro Zorrilla detrás del telón antes y después de la reforma

 

Por último, contaros que desde la reapertura del Teatro Zorrilla, como una especie de paseo de la fama de Hollywood en versión vallisoletana, adornadas con una placa dorada se han venido dedicando “butacas de honor” a personajes especialmente reseñables por su relación con el teatro y las artes escénicas, como son el director José Luis Alonso de Santos, los actores Pedro Peña, Arturo López,​ Juan Antonio Quintana y Emilio Laguna, el bailarín Vicente Escudero, los músicos Rocío Jurado y Joaquín Díaz González, o políticos como Mª Ángeles Porres y Bernardino Vergara.

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