La Casa de las Conchas o de las Veneras
Imagen del edificio nuevo de la Facultad de Derecho, lugar en el que se encontraba La Casa de las Conchas |
Cualquier persona que haya visitado a nuestros vecinos charros, se ha parado a observar detenidamente La Casa de las Conchas, llamada así por su característica fachada, pero lo que muy pocas personas saben, incluidos los propios vallisoletanos, es que nosotros también tenemos una Casa de las Conchas.
O más bien la tuvimos.
El origen de nuestra particular Casa de las Conchas o de las Veneras está en la última década del Siglo XV, época trascendental para la historia de España por los hechos prodigiosos que acontecieron, y por los grandes cambios que determinarán los siglos venideros.
Con los Reyes Católicos al frente de nuestro país, se logra conquistar Granada y Cristóbal Colón descubre América, colocando a los reinos hispánicos, con el apoyo de los aún en pañales tercios españoles, en la vanguardia del poder europeo y mundial para mayor gloria de sus muy católicas majestades.
Imagen de la Casa de las Conchas a principios del Siglo XX. Sería la segunda y la tercera vivienda al lado de la Capilla de la Universidad |
Mientras tanto, en los reinos italianos corre como la pólvora un nuevo movimiento artístico que con el tiempo los artistas llamarán renacimiento, y que no tarda en dar el salto a nuestro país, manifestándose arquitectónicamente en fortalezas, iglesias, y, como en el caso que nos ocupa, en palacios.
La Casa de las Veneras, como se la conoció hasta el siglo XVI, fue construida alrededor de 1495 para albergar al matrimonio formado por Dª Juana Carrillo de Córdoba, dama de la reina Isabel La Católica, y el capitán vallisoletano Bernal Francés de Zúñiga. Quedaos con su nombre, porque este “Rambo” vallisoletano merece su propia historia. Incluso dos.
Imagen del patio de la Casa de las Conchas a principios del Siglo XX |
Situada en la hoy Calle Librería, frente al Palacio de Santa Cruz, justo donde se encuentra la parte nueva de la Facultad de Derecho, se levantaba este palacio edificado siguiendo los criterios renacentistas, que contaba con una entrada principal en la que estaba fijada el blasón familiar (faltaría más), al que le seguía un zaguán y un patio interior con galerías porticadas de piedra, con un pozo en el centro del mismo desde el que se organizaban el resto de las dependencias de la casa. Además, también tenía huertas y corrales.
La fachada era larga, hecha de piedra y adornada con conchas labradas, que se supone que serían muchas, ya que con el tiempo sería lo que daría nombre a este palacio. Sobre el significado de la utilización de las conchas como forma de decorar las fachadas, y a través del estudio de la de Salamanca, parece que se debe a la pertenencia de su dueño a la Orden de Santiago y su deseo de que todos sus convecinos lo tuvieran claro. Tened en cuenta que, en la época, pertenecer a la Orden de Santiago era algo así como ser socio de la discoteca más famosa de Ibiza, no solo daba un status de distinción, sino que también se tenía que presumir de ello.
Como habréis deducido de su descripción, este no era un palacio cualquiera, sino que era una de las más majestuosas mansiones renacentistas de la ciudad, ya que, al encontrarse en la zona más noble del Valladolid de la época, su dueño se veía obligado a competir en ostentación con el resto de palacios edificados alrededor y con el Palacio de Santa Cruz, que se encontraba justo enfrente.
Imagen del patio de la Casa de las Conchas a principios del Siglo XX |
Volviendo a su historia, una vez fallecido el matrimonio, el palacio pasó en herencia a su hija, quien estaba casada con Rodrigo de Morales, alcalde de los Hijosdalgo en la Chancillería de Valladolid. Vamos, que dejaron a su hija bien casada.
A partir de ahí, sucesivas herencias, renuncias, divisiones, acaloradas disputas hereditarias y compra-ventas, dieron con que este palacio acabó siendo propiedad de la Catedral de Valladolid en el Siglo XVIII.
Llegado ya el siglo XIX, este edificio, teniendo en cuenta las necesidades de la época, sufrió una importante reforma para ser reconvertido en viviendas particulares, frecuentadas, dicho sea de paso, por grandes cargos del ámbito legal vallisoletano, y más profunda aún fue la reforma que se realizó a principios del siglo XX, cuando desapareció la fachada y una gran parte del claustro, si bien las conchas decorativas hacía tiempo que ya habían sido eliminadas.
Ya en 1985, el edificio en su totalidad fue adquirido por la Universidad de Valladolid para ampliar las instalaciones de la Facultad de Filosofía y Letras, hoy ya solo Facultas de Derecho.
Resultado de la restauración del patio de la Casa de las Conchas |
El arquitecto encargado, Leopoldo Uria Iglesias, demolió lo que se mantenía del edificio original, aunque afortunadamente, al construir el Edificio Rector Tejerina, que es el que ocupa hoy el espacio que dejó este palacio, se dejaron en su interior algunos restos del patio, en concreto las partes del norte y del oeste, y el pozo, que se conservan y se pueden ver en la sala también llamada “Rector Tejerina”, que es utilizada para las exposiciones temporales del MUVa y la organizada anualmente por REUNART.
Además de esta sala, este edificio nuevo de la Facultad de Derecho también alberga despachos de departamentos, aulas y la biblioteca.
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