El Puente Mayor


Desde sus orígenes, Valladolid siempre ha tenido una especial relación con los ríos que la atraviesan.

La original aldea de Valladolid, como ya os conté al hablar de su fundación, estaba situada en las tierras que se encontraban entre el Pisuerga y el Esgueva, dos ríos que dieron gran prosperidad a sus habitantes, por un lado, por permitirles cultivar unas tierras fértiles gracias al abundante agua que les proporcionaban, y por otro, por la seguridad que otorgaba a sus pobladores tener unas barreras naturales tan bien marcadas.

Sin embargo, con la frontera con los reinos musulmanes cada vez más al sur, el rey Alfonso VI, sobre todo a partir de la caída de Toledo, decide introducir mejoras en sus territorios “pacificados” construyendo infraestructuras civiles.

¿Cómo se hacía esto? Pues como bien os imagináis, no se adjudicaban este tipo de obras a través de un concurso público, sino que estas infraestructuras las construía el rey de su bolsillo (pocas veces…), o bien hacía algo muy típico de la construcción de hoy en día, “subcontratarlas”.

Este fue el caso de Valladolid.

El Puente Mayor a finales del siglo XIX, cuando aún se podía apreciar su perfil curvado propio de los puentes medievales

 

Como premio a su lealtad, entregó el señorío de nuestras ricas tierras a Don Pedro Ansúrez, persona de su máxima confianza, con la misión de gobernarlos, lo que incluía implícitamente dar prosperidad al territorio bajo su mando, y al igual que ocurre hoy día, una buena manera de conseguirlo es construyendo nuevas y mejores infraestructuras.

El principal problema que tenía la pequeña Valladolid con respecto a sus comunicaciones era el gran caudal del río Pisuerga, que obligaba a llegar a Valladolid atravesando el puente de Simancas o el de Cabezón de Pisuerga, localidades a las que podemos ir cualquier día a tomar un café y volver para comer, pero que en aquella época suponía un desvío importante para llegar a nuestra ciudad.

El problema que suponía la anchura y la fuerza de la corriente de nuestro principal río, iba a obligar a los ingenieros a pensar una forma fácil, sencilla y para toda la familia de atravesar el Pisuerga, sobre todo teniendo en cuenta que en el siglo XI, momento en el que se cree que se construyó, no teníamos a BLAPE alquilando maquinaria.

El Puente Mayor y las aceñas a principios del Siglo XX

 

Sobre su construcción, no hay total seguridad sobre lo que se cuenta, pero leyendas aparte, como la del “puente del diablo” o la de “la venganza de Mohamed”, se dice que fue Doña Eylo Alfonso quien ordenó su construcción en un momento en el que su marido, el Conde Ansúrez, se encontraba fuera de Valladolid por “motivos laborales”, más concretamente, luchando contra los moros en el reino de Sevilla, para sorprenderle a su vuelta y mitigar el dolor por la pérdida de D Alfonso, hijo primogénito de la pareja, fallecido ese mismo año al poco de partir D Pedro a las tierras del Guadalquivir.

Igual que no podemos asegurar al cien por cien cuando se construyó el puente, tampoco podemos estar seguros sobre cómo era este primer puente, ni sobre si era de madera o de piedra, pero parece probable que se tratara de un puente de madera al que se le adosó un camino de piedra, de ahí que los vallisoletanos lo empezaran a llamar “el puente de piedra”.

El Puente Mayor en los años 20 del Siglo XX

 

De hecho, es tan poco lo que sabemos sobre el origen de este puente, que ni siquiera se puede estar seguro de la fecha de su construcción, ya que, aunque las fuentes orales nos cuentan que data de 1080, remontándose a la época del Conde Ansúrez, parece ser que la estructura del puente actual fue construida entre los siglos XIII y XIV.

Como sabéis, no soy historiador, así que como no me van a echar de la Real Academia de la Historia, me quedo con la teoría de que probablemente se construyera un puente a finales del siglo XI que facilitara la repoblación gracias a unas mejores comunicaciones, y que dado el desgaste que sufren este tipo de puentes por las diferentes crecidas de los ríos, se rehiciera casi entero en el siglo XIII, de ahí que los restos más antiguos sean de esta época.

El Puente Mayor en los años 50

 

Lo que sí está claro es que la construcción del Puente Mayor supuso para la pequeña Valladolid una gran revolución, al unir directamente las diferentes rutas con el centro mismo de la localidad, evitando el obligatorio rodeo por Simancas o Cabezón, acortando de esta forma el camino hacia la capital y logrando que nuevos comerciantes se instalaran en Valladolid.

Además, la construcción de este puente también posibilitó la creación de un nuevo barrio al otro lado del Pisuerga, el Barrio de La Victoria, en el que se fue instalando población gracias al trabajo que generaba el paso del puente.

Vista del Puente Mayor en los años 60

 

Sin embargo, este puente no tardó en reformarse por dos lógicas razones.

La primera, la mejora de las comunicaciones de la que se benefició Valladolid supuso un florecimiento del comercio y el crecimiento de la población, aumentando significativamente el tránsito por el Puente Mayor, lo que obligó a efectuar una ampliación, eligiéndose la solución más fácil, la de duplicar el puente y adosarlo al original, lo que se hizo probablemente a lo largo del siglo XV.

La segunda, el paso del tiempo iba causando poco a poco desperfectos en el puente, por lo que se fueron haciendo reformas que dieron como resultado el irregular aspecto que presentan los 153 metros de largo que tiene hoy día el Puente Mayor.

Por un lado, sus diez ojos son diferentes: dos de los ojos son de medio punto, cuatro son arcos mitrales (más puntiagudos), otros dos arcos tienen una circunferencia menor de 180 grados y otros dos también son de medio punto, pero en este caso elevados.

El Puente Mayor en los años 70

 

Por otro lado, los pilares rompientes, vamos, lo que hacen que el Pisuerga no se lleve por delante el puente, tampoco son iguales, pudiéndose distinguir los más antiguos por ser más angulares, y los más nuevos por tener una forma más cilíndrica, para evitar así que se quedasen atascados los árboles y ramas que arrastraba el río.

Los cambios no solo se quedaron en lo material, ya que también el propio nombre del puente ha ido cambiando a lo largo del tiempo. El que se ha consolidado, el de Puente Mayor, parece que viene de la forma de llamar al río Pisuerga, el río mayor, como forma de diferenciarlo del otro río que atraviesa Valladolid, el Esgueva, que sería el menor. Otros nombres que se le ha dado han sido Puente del Emperador en el siglo XVII, y Puente del Berrocal en el siglo XVIII.

En cuanto a las reparaciones que se fueron haciendo en el Puente Mayor, hay constancia de las realizadas a lo largo de los siglos XVI y XVII, pero sin duda, la más importantes de estos años fuer la obligada por la gran riada de 1597, que causó unos daños en el puente de tal magnitud, que las obras duraron hasta 1603, y como muestra de la importancia de Valladolid en la época y de la trascendencia de este puente para la ciudad, deciros que en la restauración intervinieron los arquitectos más prestigiosos de la época, como Juan de Nantes o Francisco de Avellano.

Vista aérea del Puente Mayor en los años 80

 

Todos estos cambios y modificaciones que se fueron introduciendo en el puente, dieron como resultado que a finales del siglo XVIII su aspecto fuera majestuoso. En la entrada desde el barrio de La Victoria, donde previamente se encontraba la llamada Puerta del Puente, se construyó un arco del triunfo con motivo de la visita del rey Carlos II en 1689 que fue derribado a finales del siglo XIX, y en el lado contrario se encontraba la ermita de San Roque, derruida por los franceses durante la Guerra de la Independencia. A todo esto, hay que añadir que el puente tenía como pretil una barandilla rematada con bolas.

Y hablando de los franceses…

Por este puente entró en Valladolid el propio Napoleón Bonaparte al frente de su ejército el 6 de enero de 1809, a quien los vallisoletanos recibieron con mayor frialdad castellana. Creo que nuestros antepasados ya se olían la tostada de lo que se les venía encima…

Después de tres años en nuestra ciudad, los franceses, a quienes las tropas inglesas de Wellington les pisaban los talones, abandonaron Valladolid en 1812 por el mismo sitio que llegaron, pero dejándonos su último “regalito”.

Vista nocturna del Puente Mayor en la actualidad

 

Dada la enorme importancia estratégica de Valladolid en general, y del Puente Mayor en particular, los galos tomaron la decisión de volar el puente para evitar ser perseguidos, misma decisión que tomaron los ingleses, pero estos para asegurar la posición. Tal cual. En concreto, se llevaron por delante dos arcos, uno por país, que fueron sustituidos por partes de madera de forma provisional, pero tratándose del único puente sobre el Pisuerga que tenía una populosa e importante ciudad como Valladolid, se hizo imprescindible rehacer esos dos arcos en piedra, eso sí, una década después, en 1828. 

Después de este mal trago para nuestro puente más antiguo, en 1886 se le sometió a otra profunda reforma, esta vez construyendo el trazado que tiene en la actualidad, perdiendo así el característico abombamiento de los puentes de origen medieval que mantenía hasta entonces, así como el antiguo pretil que hacía de barandilla y que estaba adornado con bolas.

El Puente Mayor en la actualidad

 

Y así llegamos por fin a la última gran remodelación, la de 2019. En esta ocasión, se reforzó el puente en numerosos puntos, aunque sobre todo se actuó en lo “estético”, ensanchando las aceras, reparando las barandillas, mejorando la separación entre peatones y vehículos…y como suele pasar, no dejó contento a nadie.

Está prevista una pequeña alteración en el Puente Mayor por el nuevo recorrido del carril bici de Isabel La Católica, que veremos a ver cuándo y cómo se instala, pero eso ya es futuro… y aquí estamos para hablar de historia.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Barrio de Parquesol

El Edificio Duque de Lerma

La Plaza del Viejo Coso