El Edificio de la Electra Popular Vallisoletana


 

En los tiempos actuales, en los dependemos totalmente de la energía eléctrica hasta para nuestras actividades más elementales, y en los que hemos convertido en imprescindibles objetos que utilizan algún tipo de batería, el hecho de quedarnos sin luz tan solo unos minutos se convierte en un auténtico drama vital.

Sin embargo, la energía eléctrica no ha estado siempre con nosotros, o más bien sí, pero no sabíamos lo que era, ni qué uso le podríamos dar los humanos.

Fue en 1865 cuando Maxwell elaboró sus teorías sobre la electricidad, y no tardaron en ser aprovechadas para ser aplicadas en la vida real.

Planos del Edificio de la Electra Popular Vallisoletana

El desarrollo de estas teorías y sus múltiples aplicaciones prácticas, supuso que la electrificación se desarrollara rápidamente por toda Europa y América, y, como no, en nuestro país, lo que exigía no solo una gran infraestructura de distribución, sino también la construcción de centrales de producción de esa electricidad.

En España, la primera central eléctrica se construyó en Barcelona en 1875, para abastecer a las industrias de las zonas cercanas, y en Madrid, entró en funcionamiento la primera central eléctrica en 1881, para satisfacer las necesidades eléctricas del primer alumbrado público.

Y os preguntaréis… ¿Qué pasaba en Valladolid?

Pues pasaba mucho.

Imagen del Edificio de la Electra Popular Vallisoleta poco después de su entrada en funcionamiento
 

Valladolid se encontraba en un momento floreciente, experimentando un enorme crecimiento económico gracias a una activa burguesía que invertía sus ahorros en empresas productivas, lo que propició el nacimiento y crecimiento de un potente sector industrial, que no tardó en necesitar de la energía eléctrica para modernizar sus fábricas.

Además, esta misma burguesía, conocedora de todas las modas, inventos y avances que se iban dando en los países de nuestro entorno, tendía a “europeizar” la ciudad y a reclamar que determinados avances técnicos como la electricidad (alumbrado público), llegaran a nuestra ciudad.

De esta forma, ya se recoge en el Norte de Castilla la noticia en 1882 de la inauguración de la luz eléctrica “en todos establecimientos de esta capital y algunos particulares”, la iluminación eléctrica de paseos y templetes durante las fiestas de San Mateo de 1885, la iluminación del Campo Grande y la Plaza Mayor con seis arcos voltaicos en 1888, y la utilización de la energía eléctrica para las primeras proyecciones cinematográficas y de discos.

La cada vez mayor demanda de electricidad propició la creación de la primera sociedad de suministro eléctrico en 1887, la Sociedad Electricista Castellana, pionera e introductora de la electricidad en Valladolid.

Imagen del Edificio de la Electra Popular Vallisoletana en los años 40-50 del siglo XX

Esta primera empresa eléctrica vallisoletana supuso un importante hito para la ciudad, pero tenía grandes limitaciones.

La energía que producía era en su mayor parte de tipo térmico, vamos, a base de quemar carbón como si no hubiese un mañana, lo que suponía que el coste de la producción eléctrica fuera alto, y, por lo tanto, su tipo de clientela era bastante exclusivo. En otras palabras, el que tenía dinero, tenía luz eléctrica, y el que no lo, tenía que leer a la luz de una vela.

Para solucionar este problema, el 12 de febrero de 1906, se constituye la Electra Popular Vallisoletana, fusión de esta pionera sociedad eléctrica vallisoletana con la empresa El Porvenir de Zamora, de la que formaron parte del accionariado ilustres vallisoletanos, como por ejemplo, Julio Guillén, padre del poeta Jorge Guillén, quien también fue accionista, o como José Muro (sí, el que tiene una calle en el centro), con un gran reto: transportar energía eléctrica a Valladolid desde el lejano lugar donde se obtenía.

En este caso en concreto, la electricidad se generaba en el salto de San Román, propiedad de la empresa zamorana, generando una gran cantidad de energía hidroeléctrica que llegaba a Valladolid a muy bajo coste, lo que permitió el acceso a la energía eléctrica de las clases medias y bajas de la ciudad, y la electrificación de los tranvías, pero no solo eso.

El impacto económico para la ciudad fue brutal.

Este abaratamiento de los costes y la mejora en la distribución, facilitó la electrificación de las industrias vallisoletanas, que consiguieron de esta forma ser mucho más competitivas, siendo además un factor decisivo en la conversión de Valladolid en importante núcleo ferroviario, ya que hizo posible el crecimiento de los Talleres del Ferrocarril del Norte.

Edificio de la Electra Popular Vallisoleta en los 50-60
 

Y así llegamos al edificio protagonista de hoy.

En 1905, adelantándose a los problemas de suministro que podrían surgir en el futuro ante la creciente demanda de energía eléctrica, el ingeniero Isidro Rodríguez Zarracina diseña este enorme edificio situado en los terrenos que anteriormente ocupaba la fábrica de pan de Gaspar Calvo, entre la Calle Veinte de Febrero y el Paseo Isabel la Católica, que se construye en tan solo dos años, y entra en funcionamiento en 1907.

El ingeniero Isidro Rodríguez Zarracina, diseñador del Edificio de la Electra Popular Vallisoletana

El fin de este edificio no era otro que el de actuar de almacén y distribuidor para la ciudad de Valladolid de la energía eléctrica que venía desde tierras zamoranas, además de la que generaba el propio salto de agua del Cabildo, a la que posteriormente se uniría el de la desembocadura del Esgueva, que fue inaugurado en 1908.

Su aspecto no era el de la típica nave industrial, todo lo contrario, se le dio un aspecto noble y respetable.


 
Pináculos y escudo de Valladolid que rematan la fachada del Edificio de la Electra Popular Vallisoletana

La utilización de un material tan vallisoletano como el ladrillo salido de la fábrica “La Cerámica” de Eloy Silió, tan usado en las edificaciones vallisoletanas de principios del siglo XX, le dio ese aspecto exterior tan característico y tan nuestro, lo que unido a la colocación de una especial ornamentación con pináculos y cornisas que aún se pueden observar, y el gran número de ventanales con molduras, consiguieron el aspecto que ha convertido a este edificio en un importante ejemplo de la arquitectura modernista típica de Valladolid y uno de los máximos exponentes de nuestro maltratado patrimonio industrial.

Grabado con la maquinaria que albergaba en su interior el Edificio de la Electra Popular Vallisoletana

La amplia estructura interior de este edificio contenía el aparataje necesario para la distribución de la energía hidroeléctrica que llegaba a él, pero, además, también se instaló una gran máquina de vapor con el fin de poder mantener el suministro eléctrico en aquellos casos en los que se viera interrumpido el suministro de la electricidad por una avería o por cualquier otro motivo. Todo por los clientes. Hola Iberdrola…

Como curiosidad de este lugar, si os fijáis en el aspecto de la fachada que se ve desde la calle Isabel la Católica, os daréis cuenta de la imagen de equilibrio y simetría que ofrece al exterior, algo que no ocurre con su interior, ya que las naves que formaban el conjunto eran desiguales.

Vista del Edificio de la Electra Popular Vallisoletana desde la Calle Veinte de Febrero

Unos años después, en 1928, se finalizó una gran ampliación de esta central a cargo del arquitecto Jerónimo Arroyo, uno de los arquitectos más relevantes del modernismo no solo en Valladolid, sino también en Castilla y León, profesional que fue también el encargado de firmar los proyectos de dos emblemáticos edificios vallisoletanos: la Casa del Príncipe y la Casa de Correos.

Este edificio, así como la sociedad que era su propietaria, siguieron funcionando sin grandes sobresaltos, pero las nuevas tendencias económicas globalizadoras, que en el ámbito energético se manifestaron en la progresiva desaparición de las pequeñas compañías eléctricas, causaron el fin de la Electra Popular Vallisoletana en 1973, año en el que esta sociedad tan importante para la ciudad de Valladolid fue absorbida por Iberduero, empresa que como uno de los famosos Transformer, se convirtió en la Iberdrola de hoy en día.

Imagen del interior del Edificio de la Electra Popular
 

No tardó la nueva dueña del edificio en darse cuenta de que, dada su privilegiada localización, lo más conveniente era abandonar su uso industrial y obtener unos jugosos ingresos vendiendo el terreno, pero los nuevos dueños se encontraron con un problema, y es que la fachada estaba protegida por el PGOU de Valladolid, por lo que afortunadamente, en este caso el homicidio urbanístico quedó tan solo en grado de tentativa.

Sin embargo, el peligro de homicidio urbanístico, en este caso por omisión, no había pasado.

La imposibilidad del derribo dio lugar a una situación de abandono muy peligrosa para este edificio, sucediéndose diferentes proyectos que no llegaban a prosperar, el más sonado el del cambio de uso del inmueble para la apertura de un hotel de lujo en 2007, una licencia posteriormente anulada en 2016 al no haberse realizado por la propiedad ninguna actuación en todos esos años.

Y así llegamos a la actualidad, cuando por fin se conoce cuál será el destino final de este edificio de la Electra Popular Vallisoletana.

Imagen del proyecto de construcción de viviendas tuteladas en el antiguo Edificio de la Electra Popular Vallisoletana

Este mismo año 2024 surgió la noticia de que se llevaría a cabo la rehabilitación la fachada y la utilización del espacio que ocupa, para la construcción de 60 apartamentos tutelados en régimen de cooperativa y bajo un modelo de viviendas colaborativas, que ha tenido un enorme éxito a pesar de unos precios bastante elevados.

El proyecto presentado ha resultado bastante polémico. Mi opinión como ciudadano con cierto criterio estético, a pesar de lo que diga mi novia, es que no me gusta, creo que rompe la magia y el especial “aura” de edificio histórico que posee y no encaja lo más mínimo en la fachada que lo contiene, pero también hay que ser realista, y si en cincuenta años no se le ha dado ningún otro uso, no creo que se le fuera a dar en un futuro próximo, así que creo que más vale conformarse con que forme parte su fachada de un nuevo edificio, aunque sea horrible, que seguir viendo pasar el tiempo hasta que se derrumbe y perdamos este magnífico ejemplo del modernismo vallisoletano.


 

Imagen del proyecto de construcción de viviendas tuteladas en el antiguo Edificio de la Electra Popular Vallisoletana desde la Calle Veinte de Febrero.

Esperemos que cuando se termine la obra, el resultado sea mejor que la imagen del proyecto...

Ya para terminar, mis más fervorosos agradecimientos a los encargados de la página ARQUITECTURA VA, quienes me han dado permiso para utilizar algunas de sus imágenes para ilustrar este artículo, y además de los agradecimientos, recomendaros que visitéis su interesante página, donde entre otras muchas cosas, podéis saber más sobre este edificio, desde el punto de vista técnico pinchando aquí.



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