El incendio de la discoteca Siete Siete

Portada de El Norte de Castilla del 7 de octubre de 1996

 

Hace unos meses, cuando leía las noticias sobre el desgraciado incendio de las discotecas de Murcia, se me vino a la cabeza el pequeño recuerdo de algo similar que pasó en Valladolid, y a la vista de lo sucedido hace unos días en Valencia, he visto necesario hacer este post, aunque solo sea como pequeño homenaje a los bomberos y al resto de personal que cuando acontece un suceso como éste, son los que están en primera línea jugándose el pellejo.

Cuando ocurrió todo, yo era aún muy joven, mi ocio “adulto” era jugar al futbolín con mis amigos en la desaparecida Sala de Juegos Tetris y ni siquiera sabía lo que era salir de fiesta, pero en mi subconsciente quedó grabada la conmoción de la ciudad tras el incendio de la discoteca Siete Siete.

Era un 6 de octubre de 1996. Esa tarde las jóvenes vallisoletanas se probaban sus modelos para salir esa noche a bailar y se maquillaban minuciosamente, mientras que los jóvenes vallisoletanos se dedicaban a aplicarse algo de gomina, ese maldito producto que terminó dejándonos a todos medio calvos o calvos enteros unos años después, para salir a tomarse unas cervezas y unos cachis de calimocho e ir calentando la noche del sábado.

Entrada de la discoteca Siete Siete
 

Muchos de ellos, después de pasar por Paraíso, San Miguel o Cantarranas, acabarían su noche en la discoteca Siete Siete, local de moda en Valladolid, bailando, riendo, o incluso conociendo al amor de su vida, aunque el común denominador de todos ellos simplemente era salir a divertirse, a pasarlo bien y disfrutar como cualquier otro sábado más.

Sin embargo, para algunos de ellos iba a ser una noche que no iban a olvidar nunca.

La discoteca acababa de cerrar, y con las luces encendidas y los dueños del local haciendo caja, aproximadamente una veintena de irreductibles fiesteros apuraban sus bebidas antes de volver a casa o acudir a otro lugar donde seguir con la noche, a pesar de que precisamente este local estaba dirigido a los más trasnochadores.

Silenciosamente, y sin que nadie se enterase, a las 6:15 de la mañana, se inicia el incendio.

Imagen del incendio de la discoteca Siete Siete
 

En un principio, uno de los propietarios de esta discoteca situada en la Avenida de Santa Teresa Nº 34, Jesús A. S., logra sofocarlo con la utilización de un extintor, pero inmediatamente después se reaviva el foco con una mayor agresividad, surgiendo grandes llamas y una enorme humareda, provocada por la falta de ventilación del lugar y la naturaleza del mobiliario y del revestimiento del local.

Ante este infierno, los clientes y empleados que quedaban en el local suben corriendo las escaleras hasta la puerta, única vía de acceso a la discoteca, pero no todos tuvieron la misma suerte: Lucía A. M., que trabajaba en el ropero, y Mari Carmen V. G., cliente del local, no lograron alcanzar la salida.

No tardan en efectuarse las primeras llamadas a los servicios de urgencias para contar lo que está pasando en la discoteca Siete Siete, y policía, ambulancias y bomberos llegan rápidamente al lugar.

Imagen de los bomberos terminando de sofocar el incendio
 

Lo primero que hacen es desalojar el edificio de la Rondilla donde se encontraba este local, debido a la gran cantidad de humo que ha generado el incendio, y ante el gran peligro de que las altísimas temperaturas que se están dando en el lugar siniestrado puedan afectar a la propia estructura del edificio.

Las llamas invadían el portal del edificio durante la evacuación de los 44 vecinos, quienes en pijama y ya no tan somnolientos como les hubiera gustado estar a esas por el susto que llevaban en el cuerpo, observaban preocupados lo que estaba ocurriendo con la esperanza de que el fuego no alcanzara las viviendas donde tantos años llevaban habitando.

Simultáneamente, los bomberos se ponían manos a la obra.

Una vez iniciadas las urgentes primeras labores de extinción del incendio, los afortunados que lograron abandonar a tiempo la discoteca comunican nerviosamente a los bomberos que no están todos, que en ese infierno en el que se ha convertido el local se encuentran dos mujeres, Lucía y Mari Carmen, y alguien tiene que entrar a por ellas.

Imagen del incendio a punto de ser extinguido por los bomberos
 

Cuando se pensaba que el incendio estaba controlado, unos héroes se atreven a bajar en su búsqueda, el sargento José Luis Vidal Arias, de 39 años, el bombero Juan Carlos Matarranz de las Moras, de 34, y el suboficial Gerardo Abia Romero, quienes atraviesan la entrada del local para perdérseles inmediatamente de vista entre la enorme humareda.

A dos de ellos no se les volvió a ver con vida.

Estos tres valientes bomberos consiguieron llegar con bombonas de oxígeno y equipos autónomos hasta el guardarropa de la discoteca, donde los testigos aseguraban que se encontraban las dos mujeres desaparecidas, pero las altísimas temperaturas alcanzadas en el interior del local, y el hecho de que la entrada cumpliera la indeseada función de enorme tiro de chimenea, impidieron que José Luis y Juan Carlos pudieran volver a salir al exterior, al inhalar una cantidad mortal de monóxido de carbono.

Vecinos del inmueble en cuyos bajos estaba la discoteca Siete Siete observando el incendio
 

El único que consiguió salir con vida fue Gerardo, quien, tras cambiar varias veces de botella de oxígeno, y a pesar de sus quemaduras en la mano izquierda y en una oreja, no dejó de ayudar en las labores de rescate de las desaparecidas y de los compañeros que había dejado abajo hasta que el incendio fue controlado, momento en el que, al borde de la extenuación, por fin aceptó ser llevado al Hospital Río Hortega para ser curado de sus heridas.

Eran ya las 9:30 cuando los cadáveres calcinados de las víctimas fueron encontrados, tres horas después del inicio del incendio de la discoteca.

El saldo total de este siniestro fue el de cuatro fallecidos y seis personas heridas de diversa consideración, entre ellos, el bombero Gerardo Abia, y un cliente con quemaduras en el 54% de su cuerpo, un triste resultado, pero a la vez se podría decir que “afortunado”, ya que la discoteca Siete Siete era un local muy popular y con una gran afluencia de público, lo que hacía temer que el desastre fuera mucho mayor de lo que fue.

En cuanto a los daños materiales, la discoteca Siete Siete quedó totalmente destruida, las viviendas más cercanas sufrieron graves daños, y los locales colindantes también resultaron afectados.

Al día siguiente, la ciudad se vestía de luto.

Imagen del transporte de los féretros de los bomberos fallecidos a San Benito
 

Con lágrimas en los ojos, los compañeros de los bomberos fallecidos portaron sus féretros con destino a la sala de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid, donde se instaló su capilla ardiente, tras lo cual, se celebraron los correspondientes funerales en la Iglesia de San Benito y los entierros en el Cementerio del Carmen, congregando a aproximadamente 3.000 personas.

Una vez enterradas las víctimas del incendio, tocaba depurar responsabilidades.

Según comprobó la propia inspección técnica municipal, el local cumplía con todas las normas de seguridad, es más, gracias a ello no hubo más víctimas ni daños materiales.

En cuanto a las causas del siniestro, nunca llegaron a estar claras, pero según afirmaron varios testigos, el fuego se debió a una colilla mal apagada o un papel encendido debajo de unos sillones, aunque tampoco se descartó la posibilidad de un cortocircuito en el panel de interruptores.

Los féretros de los bomberos fallecidos portados por sus compañeros
 

El caso es que el 26 de octubre de 2000, el Juzgado de lo Penal Nº 2 de Valladolid, cinco años después del incendio, dictó sentencia por la que se condenaba a uno de los dueños, Jesús Arranz, por dos faltas por homicidio por las muertes de Lucía y María del Carmen, y por cinco faltas de lesiones por imprudencia leve por las heridas causadas a otras cinco víctimas.

En cuanto a las indemnizaciones, las víctimas a día de hoy aún no han recibido la totalidad de las cantidades, no solo las que sufrieron la muerte o lesiones de distinta gravedad, sino que los dueños de los locales colindantes y de las viviendas más cercanas, tampoco han cobrado por completo el dinero desembolsado para reparar los desperfectos ocasionados por el incendio de la discoteca Siete Siete.

Espero que este post sirva como recuerdo a las víctimas y como homenaje a policía, bomberos, sanitarios…y en general, a todos aquellos que, arriesgando su propia integridad, ayudaron a salvar la vida de unas personas que solamente querían divertirse.

 

Comentarios

  1. Gracias por rescatar y contar también esta historia, no la conocía a pesar de vivir cerca de esa zona

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